Una mente lúcida y un buen corazón acompañados por sentimientos cálidos, son las cosas más importantes. Si la mente no se dirige a los pensamientos positivos y elevados, nunca podremos hallar la felicidad.
Se dice que nuestro enemigo es nuestro mejor maestro. Al estar con un maestro, podemos aprender la importancia de la paciencia, el control y la tolerancia, pero no tenemos oportunidad real de practicarla. La verdadera práctica surge al encontrarnos con un enemigo.
Aunque un hombre conquiste mil veces a mil hombres en una batalla, el mejor guerrero es aquel que se conquista a si mismo.
No hay incendio como la pasión; no hay ningún mal como el odio.
La esencia del cristianismo y el budismo es la misma: la práctica del amor, para lo cual es necesario poner énfasis en el perdón y compartir el sufrimiento ajeno.
La sabiduría es como una flecha. La mente serena es el arco que la dispara.
El odio no disminuye con el odio. El odio disminuye con el amor.
Aunque no logres alcanzar tu objetivo, puedes sentirte bien con el simple hecho de haber realizado el esfuerzo
Para tener sabiduría es necesario tener fuerza interior. Sin un desarrollo interno, podemos perder la confianza en nosotros mismos y el valor. Lo imposible puede ser posible con fuerza de voluntad.
Ni siquiera un dios puede cambiar en derrota la victoria de quien se ha vencido a sí mismo.