Nuestros adversarios deberán soportar el peso de nuestra defensa, hasta el último minuto, hasta el último segundo, tendrán que respirar nuestro aliento, secarse nuestra transpiración, mirarse en nuestros ojos, y tolerar nuestra cara con los dientes apretados, nuestras piernas en movimiento y nuestros brazos en constante actitud dominadora, porque queremos ganar y nuestra actitud va a marcar la diferencia.